Muchas veces habéis podido observar que el calendario hebrero y el que empleamos nosotros, el gregoriano, no se rigen de la misma forma. Por eso, hoy os vamos a explicar una pequeña curiosidad sobre el calendario que utiliza el mundo judío y que ayuda a entender el motivo de muchas de sus celebraciones.
El calendario hebreo se basa en una combinación de los sistemas lunar y solar, para así dar lugar a una total y absoluta armonía en un día completo: mes lunar y año solar. Esto es porque en el primer libro de la Torá, dice que Dios creó primero la noche y luego el día, así que para el pueblo judío un día empieza con la llegada de la noche, no con la salida del sol y termina con la llegada de la noche del día siguiente. Otros calendarios lunisolares son el budista, el hindú, el chino y el tibetano. Por eso, muchas de las festividades que llevan a cabo los judíos comienzan con el ocaso y la salida de las estrellas.
Se distingue del calendario gregoriano, el más usado en todo el mundo, en que este está basado exclusivamente en el ciclo solar-anual. También es muy diferentes del que rige al mundo musulmán desde Mahoma hasta nuestros días, ya que este es lunar.
El calendario hebreo comienza con la Génesis del mundo, que según la tradición judía, comenzó el día domingo 7 de octubre del año 3761 a. C.; fecha equivalente al día 1 del mes de Tishrei del año 1.
Como curiosidad, si quieres saber en qué año se encuentran en el calendario judío, hay que sumar 3760 años al calendario gregoriano, por ejemplo, si estamos en el año 2019 súmale 3760 años, lo que te da 5779 años. Eso sí, el año nuevo comienza en Tishrei, lo que correspondería a septiembre u octubre del calendario gregoriano.